Cuando digo que soy enfermera y también desarrolladora de software, las personas se sorprenden e intrigan por la extraña combinación.
Generalmente esa conversación continua con preguntas como: ¿Por qué decidiste cambiar de profesión?, ¿Cómo pudiste hacerlo?, ¿Ha sido muy difícil?.
Por este motivo, voy a contar parte de mi historia. Quizás esta historia te puede ayudar a visualizar de que informática y salud no son mundos opuestos, o tal vez te puede motivar si tienes ganas de aprender informática.
El problema del exceso de información en salud
En los últimos años que ejercí la enfermería de forma tradicional, estuve en un cargo mucho más administrativo que clínico. Era la encargada de la continuidad de la atención de una sala en un hospital público.
Mi labor consistía en saber todo lo que sucedía en la sala, desde la atención que recibía cada uno de los pacientes hospitalizados (en qué etapa de su tratamiento se encontraban, si había alguna complicación, si se necesitaba gestionar algún examen especial, y un largo etcétera), hasta velar porque hubiese stock de todos los insumos esenciales para la atención (desde jeringas y sueros, hasta cloro para limpiar las superficies).
Este cargo me ayudó a aprender muchas cosas de cómo funciona en realidad el sistema público en nuestro país, la burocracia que implica, los malabares que se hacen con los escasos recursos y sobre todo, la enorme cantidad de información que se maneja día a día (tanto información clínica, como de insumos, de infraestructura, de personal, etc).
Este exceso de información me llevó a comenzar a cuestionarme la forma en la que se estaba manejando y aprovechando todo ese mar de datos.
¿Por qué desarrollo de software?
Paralelamente, en el ámbito más personal sentía que debía encontrar alguna labor en la que pudiese aprovechar mis habilidades personales.
Llevaba poco más de 5 años trabajando como enfermera, y creo que realmente ponía el corazón y todo mi entusiasmo en lo que hacía. Sin embargo, me era inevitable sentir que algo me faltaba, y es aquí cuando por cosas de la vida, comienzo a conocer un poco de la programación y su lógica, y simplemente fue como un flechazo a primera vista.
Volviendo al ámbito laboral, el tener una perspectiva más amplia me permitió sentir la frustración de querer realizar muchas cosas en beneficio de la atención del paciente, pero que por temas de tiempo, recursos y apoyo, era habitual que no pudiesen realizarse. Y al mismo tiempo, me sirvió de motivación para buscar la manera de poder aportar a mejorar la atención con estas nuevas habilidades que estaba adquiriendo.
Así fue como tomé la para algunos “alocada” decisión de renunciar a mi puesto y dedicarme 100% a aprender de esta nueva área, y adquirir poco a poco la experiencia necesaria para generar productos de calidad, que sean realmente un aporte para mejorar la atención de salud.
¿Cómo empezar a aprender a programar?
Mi primer paso fue realizar cursos cortos online sobre las bases de la programación, los cuales hice mientras aún estaba trabajando. Estos funcionaron como mi prueba de admisión para saber si realmente me gustaba y si sentía que tenía habilidad para esto.
Como terminé muy contenta estos cursos, comencé la búsqueda de cómo continuar. La verdad es que me hubiese encantado tener la posibilidad de estudiar ingeniería en informática, pero ni el tiempo ni los recursos me acompañaban para volver a tomar una carrera universitaria completa.
Entonces llegó a mis oídos la existencia de los Bootcamp, que son cursos intensivos y prácticos, que en muy poco tiempo (meses en vez de años) intentan entregar conocimientos y herramientas que te permitan entrar al mercado laboral.
La definición suena un poco disruptiva con respecto a la forma convencional a la que estamos acostumbrados, pero definitivamente con la suficiente dedicación y sacrificio, el método funciona.
En mi caso opté por entrar a 4Geeks, una de las características que más me atrajo es su soporte profesional, algo muy necesario sobre todo si no tienes un título que respalde tus conocimientos en el área.
En realidad, hay muchas maneras de poder aprender sobre informática, así como muchos perfiles para aplicarla en salud. En ningún caso es obligación aventurarse a hacer un cambio tan radical como renunciar y volver a estudiar, pero creo que cada uno debe tomar el camino que más le acomode y agrade.
¿Cambio de profesión?
La verdad es que no siento que realmente sea un “cambio”, más bien siento que es un “ampliar conocimientos”.
Soy enfermera y nunca dejaré de serlo, no me gusta cuando suelen referirse a “cuando eras enfermera”, como si fuese algo del pasado. Es posible aportar al cuidado de las personas desde una mirada que integre la enfermería con el desarrollo de software.
Además, ¿quién mejor para saber cuáles son los problemas y dolores que tienen los profesionales de salud, que alguien que estuvo en su lado del cristal?
Siento que es necesario que dentro del mundo de los “creadores de soluciones” hayan personas que no sólo puedan hablar el idioma, sino que también hayan tenido las necesidades de los que están “donde las papas queman”.
Mientras trabajaba en el hospital, cada día me tocaba sufrir con los sistemas informáticos poco amigables, con su usabilidad de la década de los 90 o muchas funcionalidades inútiles para el quehacer diario. También me tocó lidiar con la infinidad de papeles, formularios, pautas y reportes, que se perdían o requerían escribir muchas veces la misma información.
Es realmente esperanzador que con el aporte de la informática, todo esto podría reducir su complejidad, disminuyendo el esfuerzo y tiempo necesario, para así destinarlo a lo realmente importante: la atención del paciente.